visita la web

sábado, 5 de abril de 2008

El morbo del estereotipo

"La mente humana es como un paracaídas, si no se abre, no funciona". Así, rememorando un proverbio chino, comenzaba un reportaje que escribí hace tiempo sobre la situación sociosanitaria de los enfermos mentales en Canarias. Investigar para aquel reportaje me llevó a descubrir la tragedia que es para los enfermos y las familias el estigma que gira alrededor de las enfermedades mentales. Durante aquel trabajo conocí a muchas familias, asociaciones y personas que viven a diario el problema y aprendí que la principal barrera que se encuentran en la vida las personas con alguna enfermedad mental no es dicha enfermedad sino el modo en que la sociedad les cataloga por ella.

Se calcula que unas 250.000 personas sufren en España alguna enfermedad mental de las consideradas graves, a las que se suman un sinfín de dolencias psíquicas y psicológicas de menor grado que llegan a afectar a lo largo de su vida a una de cada cuatro personas. Son cifras suficientes como para que la sociedad comience a entender la enfermedad mental como una más de las muchas que amenazan al hombre, sobre todo teniendo en cuenta que las investigaciones han logrado que cualquier persona que padezca una de estas dolencias, incluso grave, pueda mantener una vida absolutamente normal si sigue las indicaciones médicas y se toma los tratamientos.

Sin embargo, los que la padecen siguen sufriendo a diario el rechazo y el miedo de gran parte de la sociedad, que los margina y discrimina por miedo a sus posibles reacciones. La conciencia general sobre los enfermos mentales sigue siendo que son personas peligrosas, a las que hay que temer, o que no son capaces de valerse por si mismos, por lo que hay que sobreprotegerlos. Parece que no termina de calar en la gente que son precisamente esas actitudes las que llevan a los que padecen algún trastorno psíquico a tratar de negarlo, dejar la medicación y, como consecuencia, no recuperarse.

Los medios de comunicación pública tienen una gran responsabilidad en sus manos para luchar contra estos estereotipos. Sin embargo, en vez de hacerlo, a menudo nos encontramos con que no sólo no luchan contra ellos, sino que por el contrario los fomentan y explotan mediáticamente. Un informativo no destacaría que una persona sufre diabetes si ésta intenta asesinar a otra o comete algún delito, pero sí destacará que padece esquizofrenia, trastorno de la personalidad o cualquier otra dolencia psiquiátrica. Y eso que está demostrado científicamente que una persona con diabetes que tenga una bajada de azúcar puede tener reacciones agresivas.

Aún recuerdo cómo un programa del corazón gravó desde el exterior la ventana del hospital en el que se encontraba ingresada Raquel Mosquera tras sufrir una crisis nerviosa y cómo un supuesto experto había leído sus labios para traducir lo que decía. Fue humillante.

Esta semana, he vuelto a asistir a otro espectáculo lamentable. El primer capítulo de la nueva temporada de La que se avecina, una serie televisiva de Telecinco, presentaba a una persona con un trastorno de personalidad como un ser incapaz de valerse por sí mismo, peligroso, infantil y hasta con algún déficit intelectual. Los ficticios familiares hablaban de la muchacha en cuestión como un lastre, una carga difícil de sobrellevar y de la que querían librarse. La actriz que la interpretada, por su parte, mostraba una visión absolutamente desviada y desvirtuada de una persona con una enfermedad mental, creando una imagen del enfermo que fomenta el miedo y el rechazo en la sociedad.

Es absolutamente vergonzoso que este tipo de visiones contaminadas por la ignorancia se sigan trasmitiendo a través de los medios. Es vergonzoso y creo que debería estar penado por ley. Es un ejemplo más de cómo el sensacionalismo y el morbo se ha apoderado de los medios, principalmente de los televisivos, y de cómo siguen existiendo seres humanos tan faltos de escrúpulos como para aprovecharse y lucrarse de la humillación al prójimo. Si los guionistas, productores y directores de esa serie supieran lo doloroso que es para el enfermo ser rechazado y lo frustante que es para las familias tratar de sacar a flote a una persona con enfermedad mental cuando tienen que luchar contra el estigma social, estoy segura de que no crearían personajes tan a la ligera ni jugarían de un modo tan zafio, vulgar e insensible con un problema que sufren muchas familias de este país.

Valga este texto como protesta y rechazo a esta serie y a todas las que se aprovechen así de las desgracias ajenas.

PD. Iba a vincular cortes del capítulo de la serie, pero eso sólo serviría para darle más publicidad y para contribuir a que se extienda aún más el estereotipo negativo que en ella se muestra.

5 comentarios:

Ana Grim dijo...

Si cariño, lo mío con Bardem va de sueños eróticos incluídos, slurp, arf!!!
Ya te contaré una historia sobre la enfermedad mental, probablemente en mi blog.
Excelente post, publica tu trabajo, fue muy bueno.
Besitos

Vanessa Del Cristo dijo...

Muchas gracias, tita. Espero impaciente tu post sobre el tema.

Un besote.

Kiski dijo...

Tú misma caías en los estereotipos en Sevilla...

Un Saludo

P.D: Hace mucho que no sé de ti, espero que todo vaya bien.

Vanessa Del Cristo dijo...

Querido Kiski, una cosa son los estereotipos y otra los estereotipos con morbo. Una cosa es el estereotipo que se crea de la gente de un lugar determinado, que como ya dije en un post anterior, habitualmente procede de una serie de características comunes que en mayor o menor medida comparten los ciudadanos de una misma comunidad, ciudad, provincia o país; y otra cosa es el estereotipo forjado a lo largo de los siglos en torno a las enfermedades mentales y que, en realidad, no responde más que al desconocimiento y al miedo forjado durante siglos a base de misticismo religioso llevado al extremo.

PD. Toy bien, no tengo messenger por eso toy desaparecida. Besos.

Silvio dijo...

Primero necesitaría un libro "manual del estereotipo" para saber cuando hablamos de uno y cuando no. Es como la discusión de las "tribus urbanas" no creo que sea algo que pueda clasificarse a la ligera, o andar por la calle con un manual de estilo señalando "aquel si, este no"...
La reflexión es muy buena, pero que esperar, la gente todavía caratula como "loco" a personas que consumen psicofármacos menores, ¿cómo esperamos entonces que caratulen a alguien que por la gravedad de su situación debió ser internado?
Me sumo a tu campaña Vanessa.